+ J. M. J. +
Homily Outline for the 27th Sunday in Ordinary Time - St. Frances of Rome Parish, Cicero, IL
Hermanos y hermanas en Cristo, otra vez les quiero decir que es un gran placer poder estar aquí con ustedes para celebrar esta misa... de vez en cuando nos vamos a ver en los meses que vienen mientras que estoy estudiando en Mundelein. ¡Ojalá que nos entendemos en mi segunda lengua!
Hoy la Palabra de Dios nos presenta con un imagen muy bello y fuerte tanto en el Antiguo Testamento que en el nuevo... Es una viña... el dueño lo ha preparado con mucho cuidado, limpiándola, preparando la tierra, abonándola... tal vez algunos de ustedes han sembrado una milpa, o un frijolar. Yo viví durante tres años en El Salvador antes de entrar al seminario, trabajando como un voluntario del Cuerpo de Paz... en el cantón rural andaba muchas veces sembrando, chapodando, tapiscando... allí hablan de un terreno como un guatal... “Vamos al guatal a chapodar y a picar leña.” Si has sembrado así, con las manos, se sabe que es un gran trabajo... uno conoce cada pedacito de tierra. Tanto más con una viña... las matas de uva viven muchos años, puede producir durante más que un siglo... prepararlo, poner una buena cerca.... bien se sabe como el dueño quiere a su guatal, como está de esperanzoso por la primera cosecha!
Bien... pero la Biblia no nos está dando consejos sobre nuestros jardines! La primera lectura nos da la clave para interpretar este imagen: “Pues bien, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación preferida.”
Con tanto más amor, el Señor llamó a Abrahan, Isaac, y Jacobo, llamado Israel... durante largos siglos los siguió llamando, a pesar de su infidelidad y idolatría... sembró amor, y cosechó uvas agrias... sembró la verdad, se reveló ante ellos, y cosechó infidelidad, idolatría, injusticia, odio. El profeta quiere despertar a su gente... imagínese sus sentimientos, su rabia, su rencor contra un terreno que le dio nada de cosecha, a pesar de su inversión de sudor y cuidado, a pesar de su ternura y esperanza.
Con lo que trata del Pueblo de Israel, sabemos que una manera fértil de interpretarlo es aplicarlo a la Iglesia... el nuevo Pueblo de Israel es la Iglesia... más bien, el llamado del Señor se amplificó y se abrió a todas las naciones a través de los apóstoles... En este nuevo Pueblo ha pasado lo mismo... el Señor nos ha bendecido con salvación en Jesucristo, con la inmensa bondad de los sacramentos, con su Palabra Viva... y desde el más poderoso al más humilde, como comunidades, como parroquias, como familias... hemos devuelto al Señor nada más amargura por su inversión. Tal vez parece materialista hablar de inversión, pero de cierto modo es así... el Señor no nos ofrece incluso a si mismo, Cuerpo, Sangre, Alma, y Divinidad, no nos ofrece todo su amor y perdón, para nada. El nos da su amor perfecta para cada uno de nosotros y quiere ver crecimiento, buenos frutos, en nuestras vidas.... Bien, podemos ver a nuestros corazones como viñas también, pero a veces viñas estériles, viñas amargadas, viñas que más bien dan vinagre que vino.
Hoy es el Domingo Respetemos la Vida y en todo nuestro país observamos a este mes de octubre como el mes Respetemos la Vida. Sabemos que es muy necesario poner atención al llamado de nuestra Iglesia. Hoy más que nunca se ve un ataque pleno en contra de la dignidad humana, y en contra de nuestra libertad religiosa. En la viña del Señor, su pueblo todavía hace falta luchar unidamente por el buen fruto de la dignidad humana. Entre muchos ataques a la dignidad humana, el más básico es el aborto, el matar a un niño antes de que nazca. En nuestro país hay un promedio de 3300 abortos todos los días. Ayer... hoy... mañana... Más niños y niñas matadas que todos los que estamos aquí para la Misa... Es una estadística terrible, dificil de entender... Y para cada aborto, una madre... a veces, un padre que sabe lo que ha pasado... una persona, dos personas que lleven esta culpa, este peso...
No hablo fuertemente de esta realidad para condenar los que han cometido este pecado... Dios sabe las circunstancias tremendas que muchas madres, y padres, encuentran. Su misericordia es eterna y infinita... pero para recibir el perdón del Señor, el primer paso es el arrepentimiento. Si hay alguien aquí que ha llevado esta tristeza en silencio, no quede lejos del confesionario ni un día más... allí el camino que te llevará a paz y sanación comienza... el Señor quiere hacer de tu corazón, de tu alma, una viña fértil, una viña bella, una viña llena de su gracia y perdón. Esta situación, esta tentación no se puede encontrar uno por uno: todos tenemos que examinar nuestras consciencias... si hay madres y padres jóvenes que se encuentran sin apoyo, aparentemente sin salida, somos nosotros, la Viña del Señor, somos nosotros, los bautizados, somos nosotros, el Cuerpo de Cristo... somos nosotros los que tememos que estar listos a echar la mano, listos a ayudar, listos a perdonar, tanto a nosotros mismos que a los demás. Tenemos un deber sagrado transformar nuestro mundo, nuestro país, nuestra ciudad... pero si la viña de nuestras almas es llena de maleza y fruto amargo, de ningún modo podemos ser buenos.
Las palabras de la segunda lectura nos ofrecen una visión bella y llena de luz; encontrando la dura realidad cultural en lo cual estamos, escuchémoslas: “No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Hermanos y hermanas en Cristo... en pocos momentos el Señor nos ofrecerá su Cuerpo, Sangre, Alma, y Divinidad, el mayor don, el mayor abono, la gracia más bella y eficaz que existe. Así Dios trabaja en la viña de nuestros almas. Preparemos, pues, nuestro corazones para recibir humildemente y con amor a Jesús mismo. Así estaremos listos seguir luchando por conversión personal, y la conversión de nuestro mundo entero.